Ludwig Wittgenstein concibe el arte como lenguaje. Éste fue una de las máximas preocupaciones filosóficas del pensador austriaco y bien podemos verlo en sus dos obras capitales: el Tratado lógico-filosófico e Investigaciones filosóficas. A través del lenguaje expresa su teoría estética, a la que da un valor trascendental similar a la ética, que se encuentra más allá de los límites del mundo inmanente en los que se hallan las cosas de las que no se puedan hablar, sino sólo mostrar.
El avisado lector sabrá que Wittgenstein concibe el lenguaje en un mundo propio cuyos límites son los mismos límites del lenguaje. Tal idiosincrasia lleva, inexorablemente, a la elaboración de lo que llamamos lenguaje lógico, ideal e ilimitado. No obstante esto supone un grave problema en cuanto que las proposiciones a través de las que se describe el lenguaje no son ni proposiciones significativas – aquellas que refieren a hechos contingentes y susceptibles de verdad o falsedad – ni proposiciones carentes de significado – que se dividen en “sin sentido” (tautologías y contradicciones) y “absurdas” (las que no pueden ser ni verdaderas ni falsas, sino absurdas) –.
La forma lógica, aquello que han de tener en común las proposiciones y el mundo, a fin de que aquellas puedan representarlo, no puede, sin embargo, ser expresada: “Lo que se expresa en el lenguaje no podemos expresarlo nosotros a través de él” (Tratado lógico-filosófico). Por tanto, para Wittgenstein, la tarea de la filosofía no es un decir sobre el lenguaje, sino un esclarecer el lenguaje. Éste sólo puede describir hechos, de lo que se deduce que “el sentido del mundo tiene que residir fuera de él” (Tratado lógico-filosófico), y, en consecuencia, fuera del lenguaje significativo – pero que este fuera del mundo no quiere decir que sea inexpresable, pues “lo inexpresable, ciertamente, existe. Se muestra, es lo místico” (Tratado lógico-filosófico), sino que es únicamente mostrable –. Para expresar el mundo hemos de situarnos fuera de él, fuera de los límites del lenguaje, en el ámbito de lo trascendente, donde están la ética, el arte y la religión. La conclusión de Wittgenstein es bien conocida: “de lo que no se puede hablar, es mejor callar” (Tratado lógico-filosófico).
En su segunda etapa, el de las Investigaciones filosóficas, Wittgenstein considera que el significado de una palabra se define según su uso en el lenguaje. No obstante los usos de una palabra son equívocos. ¿Cuál sería, entonces, el criterio para determinar el correcto uso del lenguaje? La definición que da del significado según el uso puede relacionarse con la posibilidad de un lenguaje en el arte tal que el significado de las formas básicas, como el punto y la línea, se definan según su uso, con respecto al cual querrán significar una cosa u otra, teniendo en cuenta, además, que asociar una palabra con un sentimiento, es irrelevante para el significado. El arte, como lenguaje, muestra algo de lo que realmente no se puede hablar. Una obra de arte está dentro de los límites del mundo, por lo que puede ser lenguaje, la estética en tanto que teoría sobre el arte, no, porque no está dentro de los límites y pertenece a esas cosas de las que no se pueden hablar y es mejor mostrar, por eso es importante el lenguaje interjectivo y las reacciones.
En Wittgenstein se da una distinción entre lo que es arte y lo que es la estética. El arte es la obra en sí, una práctica; la estética es hablar de arte, es decir, es un lenguaje-objeto sobre la práctica artística que intenta describirla y explicarla con el objeto de dar sentido y significado. La estética en cuanto trascendental no pretende ser teoría del arte, porque de lo indecible no se puede teorizar. Desde luego esta concepción sería totalmente absurda en la primera etapa de Wittgenstein, y en la segunda no se manifestaría más que los sentimientos manifestados ante la observación de la obra artística. Lo bello en Wittgenstein no puede ser un objeto inmanente expresable mediante el lenguaje, sino la valoración que se hace de dichos objetos.
En la estética no puede haber criterios de verdad ni de significado como en la ciencia, ya que no pertenece al mundo empírico de lo demostrable. No se puede hacer una teoría estética y es imposible hablar de arte. No puede haber teoría del arte porque el arte no dice nada, sólo muestra, y lo que se puede decir no se puede mostrar. Así, la estética en Wittgenstein es más bien una crítica del lenguaje sobre el arte, es decir, entiende esta disciplina como un juego del lenguaje. La estética en sí sólo puede tratar de lo que está más allá de la lógica.
Si la estética es un juego más del lenguaje, el objeto de la estética tiene que ser la palabra y los sentimientos que pretenden expresar. La obra de arte debe analizarse buscando un sentido y una realidad, procurando siempre evitar los prejuicios metafísicos carentes de prueba, es decir, desconfiar de la gramática es la primera condición para filosofar. La imagen de una obra artística no es más que la imagen misma. Del mismo modo que se tiende a pensar que un término exige la existencia de un referente real, la cosa en sí, pero realmente el significado de una palabra no es más que su uso en el lenguaje, un término lingüístico se hace concepto por los diferentes usos que se hacen de él en los juegos lingüísticos. De esto se sustrae la importancia de un lenguaje que no pretenda significar nada concreto, algo cercano a exclamaciones como “oh”, “ah”, que serían términos del verdadero lenguaje del arte. Cuando decimos “que bonito” o “me gusta” no estamos significando nada en absoluto, sólo la situación concreta. Lo realmente relevante es la reacción estética, no lo que podamos decir al respeto.
La explicación estética posee tres características que la asemejan al quehacer filosófico. Por un lado está la necesidad de acuerdo, no con una verificación objetiva ni compartida – como lo sería la ciencia –, sino un acuerdo con el sujeto de la experiencia. Después la persuasión, necesaria para la aceptación, para que las cosas sean vistas de otro modo. Y finalmente la comparación de casos, que podría ser infinita hasta que algo hiciera ese “ah”, de modo que satisfaga, quite la perplejidad, persuada y convenza. Y esas son cosas que no se consiguen mediante un razonamiento lógico u objetivo.
Bibliografía:
https://opusprima.wordpress.com/2009/04/24/la-estetica-en-wittgenstein/
la Estética nos intenta explicar
qué es bello –
casi demasiado ridículo
como para las palabras.
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