Esteban Yeray García Mederos
CHRISTINE
M.KORSGAARD
EL
DERECHO A MENTIR:
KANT
ANTE LA MALDAD
M.Korsgaard
encuentra en la filosofía moral de Kant una obligación que puede dar lugar a
que se aprovechen de nuestros principios morales para utilizar la maldad en
contra de nosotros. Mientras que, Kant no hace distinción y afirma que tenemos
el deber de decir la verdad en todo momento como obligación por medio del
imperativo categórico y en base a las Ley Universal, Ley de Humanidad
y El Reino de lo Fines, mientras que M.Korsgaard afirma que sólo se
debe este “deber” a quién no miente, siendo esta una manera de utilicen
nuestros principios morales en contra de nosotros.
Quiere
analizar el derecho o deber de decir la verdad. Cuando Kant defiende esta
postura le lleva a ejemplos teóricos y prácticos inverosímiles. Kant
no se fija en los motivos de la mentira, sino en la acción.
La
propia Moral permite hacer cosas extrañas. La fórmula de Ley Universal nos dice “ que nunca actuemos según una máxima
que no podamos querer al mismo tiempo que sea una ley universal”. Korsgaard
afirma que está permitido mentir a los mentirosos a fin de impedir que logren
los fines de sus engaños, por lo tanto, la
máxima de mentir a los mentirosos es universalizadle. Para Kant si se universaliza
una mentira ya no sirve, porque en el ejemplo del asesino el sabrías que le
irías a mentir, pero para Korsgaard se cumple, la ley moral sí se cumple, ya
que la mayoría de las personas siguen cumpliendo la ley moral en su máxima,
pudiendo utilizar la mentira sólo cuando el mentiroso está siendo mentido sin
saberlo y como defensa.
Tal
como lo plantea Kant es un deber absoluto y pasa todas las pruebas las pasa del
Imperativo Categórico, mientras que para Korsgaard le lleva en último término a
situaciones muy complicadas.
El
autor sabe que es un asesino, pero el asesino no sabe que el autor lo sabe. La máxima se cumpliría con el asesino (bajo
éstas circunstancias se puede cumple las leyes por los pelos).
La ley de la Humanidad viene a decir que la “Obra
de tal modo que uses la humanidad ,tanto en tu persona como en la de cualquier
otro, siempre al mismo tiempo como un fin y nunca simplemente como medio”.
(G 429). Cada persona tiene la
autonomía y la voluntad racional para elegir un fin. Si mentimos le
quitamos su autonomía para ser un fin en sí mismo. Cuando nosotros utilizamos
como medio a los demás no les dejemos elegir su propio fin y recae sobre
nosotros la responsabilidad al mentir. Cuando le quitas esa posibilidad es
cuando uno está siendo reducido a cosas ( a una piedra no le preguntas si
quiere ser muro de un edificio o tirada al río, simplemente la utilizas como
medio al no tener voluntad racional ni autonomía) eso es lo que hacemos con las
personas cuando las engañamos o coaccionamos.
El Reino de los Fines – “El
reino de los fines se presenta como el reino natural”, “la voluntad es un tipo
de causalidad” es un reino natural, su capacidad – los imperativos de la
autonomía. Kant hay que tratar a todos
como un fin en sí mismo. Son causas libres y causas primeras y si utilizas la
coacción y el engaño eso se rompe.
Lo coacción y el engaño son las formas fundamentales del
maltrato a una persona, las raíces de toda maldad, y trata a las
personas como medios para un fin, limitando su libertad, quitándole su
autonomía y su voluntad racional como fin en sí mismo.
La
Ley Universal se puede manejar, ver otra máxima pero la de la humanidad no, porque
te tropiezas con su dignidad ( o le faltas a ti mismo o a la humanidad)
principio y límite último. La mentira nos pone en frente del valor de las
personas, estamos ante la tentación de usar a las personas como cosas y esto es
lo peor.
Si
todas las cosas fueran perfecta la ley de la humanidad valdría, pero como no
tenemos que regirnos sobre leyes máximas. En un mundo imperfecto Tenemos deber de protegernos de los malos. Como
método funcional los Imperativos Categóricos operan como métodos de principios
morales.
“Si quisiéramos permanecer fieles en todos los casos a la exactitud de
la verdad, quedaríamos con frecuencia a merced de la maldad de quienes
pretenden hacer un mal uso de nuestra sinceridad”
(LE, 448)
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