jueves, 11 de diciembre de 2014

CHRISTINE M.KORSGAARD EL DERECHO A MENTIR: KANT ANTE LA MALDAD

Esteban Yeray García Mederos

CHRISTINE M.KORSGAARD
EL DERECHO A MENTIR:
KANT ANTE LA MALDAD


M.Korsgaard encuentra en la filosofía moral de Kant una obligación que puede dar lugar a que se aprovechen de nuestros principios morales para utilizar la maldad en contra de nosotros. Mientras que, Kant no hace distinción y afirma que tenemos el deber de decir la verdad en todo momento como obligación por medio del imperativo categórico y en base a las Ley Universal, Ley de Humanidad y El Reino de lo Fines, mientras que M.Korsgaard afirma que sólo se debe este “deber” a quién no miente, siendo esta una manera de utilicen nuestros principios morales en contra de nosotros.

Quiere analizar el derecho o deber de decir la verdad. Cuando Kant defiende esta postura le lleva a ejemplos teóricos y prácticos inverosímiles. Kant no se fija en los motivos de la mentira, sino en la acción.

La propia Moral permite hacer cosas extrañas. La fórmula de Ley Universal nos dice “ que nunca actuemos según una máxima que no podamos querer al mismo tiempo que sea una ley universal”. Korsgaard afirma que está permitido mentir a los mentirosos a fin de impedir que logren los fines de sus engaños, por lo tanto, la máxima de mentir a los mentirosos es universalizadle. Para Kant si se universaliza una mentira ya no sirve, porque en el ejemplo del asesino el sabrías que le irías a mentir, pero para Korsgaard se cumple, la ley moral sí se cumple, ya que la mayoría de las personas siguen cumpliendo la ley moral en su máxima, pudiendo utilizar la mentira sólo cuando el mentiroso está siendo mentido sin saberlo y como defensa.


Tal como lo plantea Kant es un deber absoluto y pasa todas las pruebas las pasa del Imperativo Categórico, mientras que para Korsgaard le lleva en último término a situaciones muy complicadas.

El autor sabe que es un asesino, pero el asesino no sabe que el autor lo sabe.  La máxima se cumpliría con el asesino (bajo éstas circunstancias se puede cumple las leyes por los pelos).

La ley de la Humanidad viene a decir que la “Obra de tal modo que uses la humanidad ,tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como un fin y nunca simplemente como medio”. (G 429). Cada persona tiene la autonomía y la voluntad racional para elegir un fin. Si mentimos le quitamos su autonomía para ser un fin en sí mismo. Cuando nosotros utilizamos como medio a los demás no les dejemos elegir su propio fin y recae sobre nosotros la responsabilidad al mentir. Cuando le quitas esa posibilidad es cuando uno está siendo reducido a cosas ( a una piedra no le preguntas si quiere ser muro de un edificio o tirada al río, simplemente la utilizas como medio al no tener voluntad racional ni autonomía) eso es lo que hacemos con las personas cuando las engañamos o coaccionamos.


El Reino de los Fines“El reino de los fines se presenta como el reino natural”, “la voluntad es un tipo de causalidad” es un reino natural, su capacidad – los imperativos de la autonomía.  Kant hay que tratar a todos como un fin en sí mismo. Son causas libres y causas primeras y si utilizas la coacción y el engaño eso se rompe.

Lo coacción y el engaño son las formas fundamentales del maltrato a una persona, las raíces de toda maldad, y trata a las personas como medios para un fin, limitando su libertad, quitándole su autonomía y su voluntad racional como fin en sí mismo.

La Ley Universal se puede manejar, ver otra máxima pero la de la humanidad no, porque te tropiezas con su dignidad ( o le faltas a ti mismo o a la humanidad) principio y límite último. La mentira nos pone en frente del valor de las personas, estamos ante la tentación de usar a las personas como cosas y esto es lo peor.

Si todas las cosas fueran perfecta la ley de la humanidad valdría, pero como no tenemos que regirnos sobre leyes máximas. En un mundo imperfecto Tenemos  deber de protegernos de los malos. Como método funcional los Imperativos Categóricos operan como métodos de principios morales.

“Si quisiéramos permanecer fieles en todos los casos a la exactitud de la verdad, quedaríamos con frecuencia a merced de la maldad de quienes pretenden hacer un mal uso de nuestra sinceridad”
(LE, 448)


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